SENTIMIENTOS DENTRO DEL ARTE MARCIAL
- Anónimo
- 26 may 2016
- 3 Min. de lectura
Este articulo si me permitís será anónimo, no por nada en especial, es solo que así me encuentro más a gusto a la hora de expresarme. Tan solo diré que soy cinturón negro de algún Arte Marcial.

Lo que quiero expresar en las siguientes líneas es algo complicado, puesto que hablamos de sentimientos; intentaré hacerlo de la forma más sencilla y clara posible y partiremos desde la base de que no todos tenemos la misma experiencia vivida, misma edad, que somos hombres o mujeres, y que cada uno vemos la vida de forma distinta.
A lo largo de su carrera, el artista marcial pasa por diferentes puntos o fases. Es en esos momentos donde entran en juego los sentimientos.
En el comienzo de su carrera deportiva, el artista marcial experimenta principalmente felicidad y esperanza. Su primer objetivo es llegar a ser como sus compañeros, es decir, uno más y para eso sabe que tiene que trabajar. A medida que va consiguiendo los primeros objetivos marcados, va sintiendo felicidad por ello y su cabeza continua con la esperanza de seguir así y llegar lo más lejos posible.
Poco a poco, sigue avanzando. Comienza la fase de ir a campeonatos y el momento de medirse con gente de su nivel para saber qué tan bueno es; justo aquí es cuando el miedo se apodera de nosotros. Esto nos ocurre porque tenemos miedo a descubrir si somos buenos o no, si realmente estamos en el nivel que creemos estar. Además de la incertidumbre y los nervios de que todo salga bien y no terminemos el campeonato con una lesión.

En esta fase solo unos pocos se atreven a intentarlo, y solo superando esta barrera, podemos descubrir el sentimiento del fracaso o continuar en ese éxtasis de felicidad. Los sentimientos que podemos llegar a sentir no se corresponden con la realidad, estas fases también son influidas siempre por el momento anímico en el que nos encontremos en ese momento.
Con el tiempo, muchos llegan a este punto en su máxima gloria y es cuando deciden retirarse, pero solo unos pocos continúan teniendo necesidades, es aquí cuando el futuro de muchos maestros comienza, cuando llega el momento de dar el paso la enseñanza, seguir los pasos de su maestro y formar a nuevos artistas marciales que recorrerán desde el principio el camino.
En esta última fase parece todo más sencillo pero no es así. Nuevamente el miedo aparece, esta vez surge con la incertidumbre de no saber si será bueno como maestro, si conseguirá que sus alumnos lleguen a cumplir los objetivos que se marquen, si realmente les guiará para que encuentren la luz que ilumine su camino… Y, es aquí, cuando el maestro ve como sus alumnos poco a poco avanzan y el miedo desaparece, dejando paso al orgullo, alegría y nostalgia. El maestro se siente orgulloso porque ve que ha sido capaz de guiarles por el camino correcto viendo como cumplían sus objetivos, la alegría invade el interior del maestro al ver que cada alumno lleva un poco de él y nunca le olvidará, y la nostalgia le recordará que él ha pasado por lo mismo que ellos, con la misma felicidad y miedos, vendrá a su mente recuerdos vividos con su maestro, la persona que siempre confió en él, le apoyó, le regañó para que aprendiera de los errores, la persona que celebró sus triunfos, pero sobre todo, la que estuvo en los momentos duros gritándole que se levantara, que nadie podía con él, y que no tenía que dejarse vencer, porque era fuerte y solo los valientes llegaban hasta aquí.
Hasta ese momento, nadie se da cuenta de que ese es el verdadero triunfo (sin duda el mejor de todos), y que solo se necesita esperanza, fuerza, ganas, entusiasmo y coraje para conseguirlo.

“Dedicado a mi maestro, que aun en tiempo difíciles luchó y trabajo consiguiendo lo que se propuso, apoyado siempre por todos los que creemos en él y su trabajo, siendo el único responsable de que yo sea quien soy”
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